Está claro que el amor puede surgir en cualquier momento del año, pero el verano predispone de manera especial a enamoramientos y pintorescos idilios. Millones de parejas en todo el mundo se han formado en este contexto y no en vano, ha servido para inspirar literatura, películas y canciones a lo largo de la historia. Cuántos hemos soñado en alguna ocasión con protagonizar un amor estival a la altura de la gran pantalla.
Los destinos de verano proporcionan un marco favorable a estas aventuras y propician numerosos encuentros con los que se comparten días y entretenimiento. No podemos olvidar que el ser humano es un ser social y el amor, su principal vocación, por lo que perece muy lógico que enamorarse se convierta en un firme propósito al empezar las vacaciones. Lo entornos veraniegos se transforman en uno de los escenarios más propicios para encontrar “el amor”. Como en las novelas románticas se comparten momentos idílicos, atardeceres en la playa, largas fiestas nocturnas, mucho tiempo libre …
Circunstancias que favorecen los amores de verano
El buen tiempo y las noches más largas hacen que la persona salga fuera de casa para disfrutar de planes sociales, favoreciendo los encuentros románticos.
Las vacaciones consiguen que se reduzcan las obligaciones, preocupaciones y responsabilidades que empañan la rutina diaria. Tenemos más tiempo libre que facilita el descanso y la diversión, volviéndonos más receptivos a cualquier tipo de relación y consiguiendo un estado emocional mucho más positivo.
Las jornadas de playa y piscina preparan el terreno para que esos contactos proliferen en la diversión nocturna.
Además los padres rebajan los límites de exigencia y los horarios permiten concentrar fiestas, actividades y planes.de todo tipo.
El verano, por lo general, consigue que resultemos mucho más atractivos. Hemos preparado el cuerpo para que esté en condiciones óptimas de lucir palmito.
El calor a su vez propicia que los cuerpos se descubran con sensuales vestimentas y el sol refuerza el atractivo con su bronceado. El sentido de la vista recibe un estímulo poderosamente superior, la sensualidad irrumpe con fuerza y se despierta el deseo sexual.
Sin embargo es necesario recordar que las motivaciones que pueden llevar a iniciar una relación estival, no necesariamente se mantienen cuando volvemos a la normalidad de nuestras vidas.
Luces y sombras de los amores de verano
Si ya se ha tenido experiencia de amores estivales, se sabe que éstos tienen luces y sombras. Poseen una gran intensidad (hay amores de verano que siempre permanecerán en el recuerdo) pero a su vez están marcados por el horizonte temporal (tienden a acabar con el calendario vacacional)
¿Fecha de caducidad?
Como su propio nombre indica el “amor de verano” está temporalmente limitado y las historias de amor vividas en el periodo estival suelen tener fecha de caducidad. La historia puede perder sentido al enfrentar la realidad de cada uno.
La distancia parece ser un obstáculo importante para relaciones que no cuentan con base suficientemente sólida (unas semanas) para mantenerlo.
Suele existir además una incompatibilidad personal, de caracteres, de formas de vida… En vacaciones se tiende a bajar el listón: es fácil volverse loc@ por un perfil que jamás hubiera entrado en tu “campo de tiro” y muchas veces se actúa como no se hubiera hecho en otro momento. En ocasiones no sabemos ni quién es la persona que tenemos enfrente. Lo mismo sirve un extranjero que pasaba por esos lares, como el chic@ que no conviene en cualquier otro periodo del año. En otras ocasiones la vacaciones te permiten contactar e incluso mantener una relación con alguien que en tu vida diaria no hubieras siquiera soñado con que te mirara…
Aunque la experiencia demuestra que no es habitual que las historias de amor del verano se prolonguen, no se puede perder de vista que el amor lo puede todo; también lograr que el idilio que ha nacido en verano se refuerce durante el invierno e incluso se convierta en el amor de tu vida.
En uno y otro caso, lo importante es ser muy consciente siempre de cuál es la realidad de la situación que estamos viviendo Hay gente que permanentemente vive en la incomprensible inocencia de pensar que cada nuevo ligue es el amor de su vida. Y no aprenden… Vuelven a caer en el mismo error. Es importante comprender la situación y tomar las precauciones necesarias para que el corazón no resulte gravemente dañado, para que los buenos recuerdos no se dejen arrollar por un devastador tsunami de lágrimas.
Hay que saber dónde estás tú y dónde se encuentra la otra parte.
Si te conformas con liarte con él/ella y un “si eso, hablamos” ¡Ya sabes lo que hay! Luego no puedes llevarte a engaños… Ponle etiqueta: atracción física, nada más. En estas condiciones la vuelta a tu vida habitual se convierte en la excusa perfecta para terminar con la relación.
Si lo que buscas es un “amor en condiciones” hay que dejarlo todo muy bien amarrado. No te despistes, el verano nos confunde con facilidad…
Tropecé de nuevo…
La intensidad de los romances estivales deja una profunda huella que en ocasiones nos lleva a impedir el olvido. Además, la distancia forzosa hace que idealicemos ese sentimiento que se ha interrumpido de forma abrupta.
En ocasiones, los idilios veraniegos suelen repetirse de forma reiterada, para volver a separarse cada año una vez finalizan las vacaciones. Pero… no le llamemos amor… porque cuando realmente estás enamorado y tu deseo va más allá de una aventura temporal, todos los obstáculos se convierten en retos. Nada te impide luchar para que esa relación que ha nacido en condiciones extraordinarias se integre en las peculiaridades de tu vida ordinaria.
Que el verano no te confunda
No seas inocente y no te dejes engatusar por las mentiras de l@s conquistador@s. La intensidad de la pasión y las ganas de satisfacciones inmediatas puede llevar a utilizar todo tipo de mentiras para que la víctima caiga en las redes. Hay personas que sólo van buscando las sensaciones agradables que el enamoramiento produce, sin aspiración alguna a que esta relación se convierta en algo duradero.
En muchas ocasiones tenemos muy claro que la relación que estamos viviendo pertenece únicamente al presente sin visos de futuro, pues te resulta imposible encajar esta historia en tu vida habitual o en tus patrones personales.
No obsesionarse
En el verano, además de la predisposición a vivir posibles historias de amor, conviene no obsesionarse. Hay que plantearse disfrutar de las vacaciones en sí, de los amigos, del tiempo libre para hacer muchas actividades que durante el periodo laboral no podemos realizar.
Todas las condiciones estivales llevan a incrementar el atractivo físico y la pasión, pero corremos el peligro de anclarnos ahí… en el enamoramiento. Y eso… no es necesariamente amor.
