Relaciones de pareja

AMORES DE VERANO

Natalia Barcáiztegui
20 octubre 2017
7 minutos de lectura

El verano es una de las épocas del año más propicia para el inicio de relaciones sentimentales. Días más largos, ropa más ligera, calor que propicia salidas nocturnas eternas, más planes sociales, tiempo libre, pocas obligaciones… todo predispone para que surja el amor.

Los amores de verano surgen de improviso y dan la vuelta a tu vida por su intensidad. Pero a medida que avanzan los días y se acerca el final del verano nos tortura la duda: ¿Qué vamos a hacer cuando acaben las vacaciones?

AMORES CON FECHA DE CADUCIDAD

En muchas ocasiones, estos amores nacen con fecha de caducidad: el fin de la estación estival.

La relación ha servido para pasar un verano estupendo, pero tenemos claro que no tiene cabida al volver a la rutina. Al elegir estos amores se suele bajar el listón de exigencia. Se admiten personas que de ningún otro modo hubieran sido aceptadas durante el invierno. Priman la atracción y la diversión sin esperar mucho más y, mientras dura el calor, se convierte en el amor de tu vida.

La vuelta al lugar se origen será el justificante perfecto para dar el adiós definitivo. Gustarse no es suficiente para emprender una relación que suponga mayor compromiso. Al enrolarse en la aventura hay que estar atento a lo que el otro espera de la relación. La disparidad de expectativas hará sufrir a uno de los dos.

 «SEGUIREMOS EN CONTACTO…YA TE LLAMARÉ»

Cuando un amor de verano se ha despedido con esta frase, es muy frecuente que os deje totalmente enganchad@s, si habíais puesto en él deseos más ambiciosos. La necesidad de afecto os puede ilusionar con expectativas que vosotros mismos os creáis y pasáis a vivir pendientes de un whatsapp o una llamada que nunca llegan o tienen el contenido deseado.

El rechazo duele. Podéis sentir que no habéis sido lo suficientemente buenos como para despertar el interés de la persona que tanto os ha gustado.

La frustración os puede llevar a descalificar al otro, pero debéis tener en cuenta que muchas veces sois vosotros mismos los que habéis alimentado las expectativas.

Quizá el “Ya te llamaré” era la forma más delicada de decirte que no quería seguir. Es muy difícil dejar sin ofender.

Es posible que el error estuviera en los primeros momentos de la relación cuando, llevados por el entusiasmo, se dijeron cosas que inflamaron las expectativas.

Hay quien prefiere decir la verdad sin paliativos, y es muy respetable. Pero a otros muchos les resulta muy violento y tampoco podemos juzgar.

HAY QUE VIVIR EL DUELO

Es muy frecuente que el afectado se aferre a sus ilusiones justificando el desinterés del amado: “es que tiene mil cosas que hacer”; “No le gusta nada el teléfono”; “Creo que tiene el móvil estropeado”… La ruptura plantea la necesidad de aprender a decir adiós.

Existen personas a las que les falta firmeza a la hora de decidir la separación definitiva y entran en un bucle de rupturas y reconciliaciones.

No podemos insistir en conocer exhaustivamente la razón de la ruptura. Podrían ser razones irrelevantes, pero que al otro le impiden seguir con la relación: porque no estaba enamorado, porque no le gusta tu vida familiar, porque no le gustan tus amigos, porque no le gusta como hablas… ¡Por lo que sea! Es probable que no quiera ofender con el motivo que le lleva a dejarte. No podemos obligar a nadie a que sienta lo que no siente por nosotros, pues no puede haber amor sin libertad. Agobiar sólo puede llevar a empeorar las cosas.

Aunque resulte complicado, cuando no hay correspondencia, hay que romper el contacto; por lo menos hasta que hayan cicatrizado las heridas. Mantener la comunicación lleva a crearse falsas esperanzas y puedes sufrir mientras sigues idealizando. Tienes que asumir que no quiere nada contigo. Hay que vivir el “duelo”. Mantén la mente ocupada. La vuelta a la rutina ayuda y es muy positivo hacer deporte y relacionarte con tus amigos.

Aunque ahora te parezca el peor de los males y no encuentres consuelo, el tiempo cura y sanará las heridas.

HISTORIAS QUE CONTINÚAN

Hay historias que se inician en una aventura veraniega y se consolidan durante el resto del año.

Algunos idilios, continúan al acabar el verano, pero mueren poco después de emprender la distancia. El paso de los días y la ausencia de contacto físico enfrían esos sentimientos que servían de cimientos. Es más fácil continuar un amor de verano cuando se vive en el mismo sitio.

Las prisas no son buenas consejeras. Cuando alguien nos gusta y ya es nuestra pareja oficial, podemos correr el riesgo de precipitar las cosas e introducirnos en su vida familiar, sintiendo que formamos parte de su entorno. El conocimiento mutuo y el amor se consolidan lentamente y luego vendrán las presentaciones sociales y familiares.

Adaptar la relación al nuevo entorno no resulta siempre fácil. Le hemos conocido en otro contexto y lo hemos idealizado al estar inmersos en unas condiciones idílicas. Al volver a tu lugar de origen, hay que meter a esta persona en tu vida desde una perspectiva más realista: con sus ocupaciones diarias, conociendo sus aficiones, observando sus estados de ánimo en las diferentes circunstancias, conociéndole en definitiva a través de la comunicación. Seremos así capaces de ver si nos encontramos ante una historia de amor real.

¿ENAMORADOS?

Nos asalta la duda: ¿Estaré enamorad@? El enamoramiento es un estado emocional placentero y lleno de alegría que sentimos cuando alguien nos produce una fuerte atracción. Es un estado estupendo, pero no es amor sino sólo su inicio.

En el enamoramiento se siente una profunda admiración por la otra persona, y no somos capaces de percibirlo con objetividad. En este proceso el enamorad@ sufre una alteración en la percepción de la realidad que le lleva a idealizar al otr@: los defectos los reducimos y magnificamos las virtudes.

El enamorado se siente absorbido por la otra persona y desea estar todo el tiempo a su lado. Prefiere mantenerla en la distancia que perderla. Tiene cogido el corazón y la cabeza.

Como hemos dicho el enamoramiento es solo el inicio. Las relaciones de pareja se hacen día a día. En el amor, aunque es importante el sentimiento, tiene que intervenir la voluntad. Se trata de querer porque queremos querer.

La distancia geográfica es el principal motivo por el que se rompen los romances de verano.

Estar lejos es un obstáculo pero no un impedimento. Hoy en día los medios de comunicación acortan las distancias. Se trata de mantener una comunicación constante para evitar que la relación se enfríe y fomentar la confianza para que los celos no la ahoguen.

Los kilómetros también tienen su punto positivo: se valoran mucho más los momentos que se comparten y se hace un gran esfuerzo en fomentar la comunicación que hace crecer el conocimiento y por ende el amor.

Estos amores de verano suelen dejar un bonito recuerdo de los momentos vividos que perdurarán a lo largo de los años.

Y tú, ¿has tenido esta experiencia?

Etiquetas:

Enamorarse Vacaciones

Natalia Barcáiztegui

Especialista en Relaciones

Más de 20 años de experiencia ayudando a personas y parejas a transformar sus relaciones.

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