Relaciones de pareja

10 CLAVES PARA SUPERAR LA CRISIS POSTVACACIONAL

Natalia Barcáiztegui
20 octubre 2017
6 minutos de lectura

En muchos casos las vacaciones de verano se presentan como la oportunidad de oro para relajarse y volver a casa con las fuerzas necesarias para enfrentar nuevamente a las obligaciones ordinarias. Pero en otras ocasiones, la mala planificación hace que necesitemos descansar del periodo estival. Bien porque hemos sobrecargado la agenda y agotado así nuestra batería o bien porque se han generado demasiadas tensiones.

No es casual que las estadísticas del INE indiquen que el número de separaciones y divorcios se incrementan tras el periodo vacacional.

Pasar más tiempo juntos en la familia propia y en muchos casos, tener una mayor relación con las familias políticas, dispara los conflictos de la pareja. No estamos acostumbrados a compartir tantos planes y tiempo de conversación.

Se han ido acumulando demasiados asuntos que la vorágine de la rutina diaria se ha encargado de enterrar, silenciando sin resolver y escondiendo el descontento que nos provocan: desavenencias con la familia política, falta de tiempo juntos, problemas económicos y laborales, distanciamiento entre los dos… Estos problemas resurgen en vacaciones en los momentos de tensión: peleas con los hijos, roces con la familia extensa, conflictos por elección de planes…

LA FAMILIA POLÍTICA

“El resultado de las vacaciones depende en gran medida de cómo se haya gestionado la relación con las familia política.”

 Las reuniones o la convivencia con suegros, cuñados, hermanos y primos, son buenas y necesarias para conocernos mejor y fortalecer lazos familiares, pero pueden plantear problemas y convertirse en un foco de tensiones que generen mayor estrés. La convivencia exige saber dónde se está, aceptar las normas de la casa en la que nos alojamos o ser hospitalarios a la hora de acoger y desatar grandes dosis de generosidad, comprensión, paciencia y tolerancia.

De la experiencia debemos aprender qué es lo que nos aporta descanso y qué genera conflicto familiar. Tenemos que tener claro de antemano con qué miembros de la familia podemos interactuar y cuáles son los planes que vamos a compartir, de manera que haya un reparto equilibrado para los cónyuges.

IMPORTANCIA DEL NÚCLEO FAMILIAR

 “No podemos perder de vista cuál es el núcleo familiar propio, la familia que nosotros hemos creado y esa tiene que ser nuestra prioridad.”

Las vacaciones tienen que servir para fortalecer las relaciones de pareja y esto requiere de espacios exclusivos para los dos y para estar con los hijos. La falta de tiempo durante el año hace descuidar nuestra relación y la rutina va causando estragos. Si el verano no sirve para reparar daños y recargar energía, volvemos a casa con la sensación de ser dos extraños que compartimos hijos y vivienda. El invierno así puede resultar demasiado duro.

 NUEVOS RETOS PARA EL INVIERNO

  1. El proceso de adaptación al reincorporarnos debe ser lo más suave posible, para que todo vaya encajando con mayor facilidad. Una forma sencilla de hacerlo es regresar antes de la víspera de empezar a trabajar. Aunque la vuelta puede resultar dura, tenemos que saber que se trata de un proceso norma, al que se enfrentan millones personas. que han tenido la suerte de poder contar un periodo de descanso.

  2. La forma de afrontar la vuelta de las vacaciones es una cuestión de actitud. Se trata de tener una visión positiva de nuestro regreso y no dejarse llevar por el pesimismo que nos invade al pensar al pensar en la dureza de la vuelta a la normalidad.

“Ni las vacaciones son tan perfectas ni nuestra vida tan desastrosa.”

  La vuelta a casa tiene su parte positiva y debemos aprender a apreciar lo bueno de nuestra vida ordinaria: el trabajo y las relaciones que allí establecemos, los amigos, nuestra casa, nuevos planes, los hijos…

 La depresión postvacacional dura lo que nosotros estemos dispuestos a tolerar. En dos días todo ha vuelto a la normalidad si así nos lo proponemos.

  1. Intentar recuperar las normas, que tan permisivas han resultado durante el verano, exige por nuestra parte disciplina y dosis de paciencia: horarios de entrada y salida, comidas, ritmo de sueño, planes con amigos, asunción de responsabilidades… Los horarios escolares marcarán nuevamente la agenda y los hijos volverán a la rutina que se ha ido perdiendo durante el verano.

  2. Cuidar a nuestra pareja durante todo el año. Se convive con la persona con la que compartes un proyecto de vida común, un vínculo matrimonial, unos hijos… esto crea la necesidad de proteger esa relación. La base es quererse, aunque tras las vacaciones nos sintamos dos desconocidos. Se han descuidado muchas cosas pero sobre la base del amor se puede reconstruir todo lo demás, con detalles, esfuerzo, humildad, sinceridad y mucha comprensión.

  3. Reforzar la comunicación de la pareja pues la buena relación exige una conexión emocional profunda. Tenemos que hablar y escuchar mucho, impidiendo que la rutina nos robe estos espacios. Para enderezar el rumbo resulta muy útil realizar un balance de lo vivido durante las vacaciones reconociendo nuestros sentimientos y respetando las emociones del otro, sin juicios ni reproches, intentando entender el motivo de sus actuaciones.

  4. Hay que intentar reactivar todo aquello que inicialmente provocó la admiración mutua. La admiración mantiene nuestra relación activa al provocar atracción y focalizar la atención.

Es interesante recordar que ninguno de los dos somos perfectos y que amarnos implica aceptarnos con nuestras virtudes y nuestros defectos. Resulta muy gráfico hacer un listado de todo aquello que nos une a la otra persona y la cantidad de cosas positivas que en su momento nos enamoraron.

  1. Hacer balance nos llevará a pedir perdón y perdonar. Esta es otra oportunidad de crecimiento. El saber comunicar lo que nos duele, servirá para aprender a tratarnos sin hacernos daño y se forjará una relación mucho más profunda.

  2. Volver a posicionar a tu pareja en el lugar que le corresponde. Debemos tener los gestos que el otro necesita para sentirse importante en tu vida. No se requieren grandes eventos, sino pequeños gestos: una caricia, un gesto de complicidad, un comentario halagador, sorprender con algo que le gusta, un mensaje cariñoso …

  3. Programar momentos para estar solos: salir un día por semana, establecer en casa rutinas apetecibles… Tenemos que aprender a disfrutar estando juntos y calendarizar estos espacios sin esperar a que haya huecos.

  4. Recuperar la actividad física. Al incorporarnos al mundo laboral nos va a servir para tener un momento de desconexión a la vez que mantenemos a punto el cuerpo. Mens sana in corpore sano.

En muchas ocasiones las crisis de pareja no reflejan tanto falta de amor, como un descuido por no dedicar a la relación los tiempos que requiere para su sano funcionamiento. Espero que estas pautas puedan servir de pista para reforzar algún aspecto que pudiéramos tener un poco atrofiado y así convertir nuestras crisis en un proceso de crecimiento.

¡Me encantará leer tus comentarios!

Etiquetas:

Crisis Vacaciones

Natalia Barcáiztegui

Especialista en Relaciones

Más de 20 años de experiencia ayudando a personas y parejas a transformar sus relaciones.

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